La capital peruana recibió la influencia del brutalismo y la plasmó en construcciones icónicas fácilmente identificables, aun cuando generen sentimientos a favor y en contra de su acabado en hormigón, hermoso y honesto para unos, frío y hostil para otros. Hoy que el término se ha vuelto a discutir a partir del filme El brutalista, revisamos el impacto de esta corriente en nuestra arquitectura de la mano del arquitecto Miguel Cruchaga.
En tiempos de la dictadura militar en el Perú (1968 – 1975), la proliferación de edificaciones brutalistas en Lima durante las décadas de 1960 y 1970 coincidió con un periodo de reformas e ideologías nacionalistas. El régimen de Juan Velasco Alvarado promovió una arquitectura que reflejara la fortaleza y la identidad nacional, lo que se tradujo en la adopción del brutalismo para edificios institucionales y gubernamentales. Este estilo, con su énfasis en la funcionalidad y la solidez, simbolizaba la expresión arquitectónica de una época de cambios históricos.
Calzaba además con la conexión entre el ideario de izquierda y la inspiración en los métodos urbanistas de la Unión Soviética (URSS): mientras que en Occidente el brutalismo fue una corriente más experimental y a veces polémica, en la Unión Soviética y sus aliados se convirtió en el rostro oficial de la arquitectura estatal. En la URSS y Europa del Este, el brutalismo se combinó con el urbanismo socialista para construir grandes bloques de vivienda conocidos como Plattenbau en la Alemania Oriental o Khrushchyovkas en la URSS. El hormigón o concreto tenía varias ventajas: era barato y abundante, permitía construir edificios masivos y duraderos, y simbolizaba fortaleza, estabilidad y un futuro industrializado.
Después de la caída de la URSS en 1991, muchos de estos edificios fueron abandonados, considerados fríos, opresivos y autoritarios. Hoy en día, algunos son demolidos, mientras que otros han sido revalorizados como íconos de la arquitectura brutalista.
Hija del modernismo, la arquitectura brutalista surge en la década de 1950 en el Reino Unido, caracterizada por el uso predominante del hormigón expuesto y diseños que enfatizan la funcionalidad y la estructura sin adornos superfluos. El crítico arquitectónico Reyner Banham popularizó el término “brutalista” derivándolo del frances béton brut (“hormigón en bruto”) y art brut (“arte en bruto”), pero lo cierto es que los británicos Alison y Peter Smithson lo usaron antes derivándolo de la frase sueca nybrutalism. “El brutalismo intenta ser honesto con su estructura y materiales, expresando la arquitectura tal como es, sin adornos innecesarios,” escribía Banham. Le Corbusier, quien con sus edificaciones Unité d’Habitation (Marsella, Francia, 1952), y el Palacio de la Asamblea (Chandigarh, India, 1962) se convirtió el principal impulsor de la corriente, lo puso más simple: “El hormigón es hermoso.”
CAPITAL DE CONCRETO
“El gobierno de Velasco tenía como bandería política muy importante el asunto del petróleo,” rememora en su estudio el arquitecto Miguel Cruchaga. Decano de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC) desde 1994, Cruchaga es sobrino del expresidente Fernando Belaúnde y fue editor de la legendaria publicación El arquitecto peruano, fundada por su tío, también arquitecto.
Cruchaga además fue uno de los tres arquitectos, –junto a Miguel Rodrigo Mazure, Emilio Soyer Nash, que diseñó el edificio que actualmente alberga al Ministerio de Cultura del Perú, anteriormente sede del Ministerio de Pesquería. Es, de forma innegable, una obra emblemática de la arquitectura brutalista en Lima, cuya construcción se inició en 1971.
El régimen quería “un edificio que fuera como esa casa a la que pudieran llegar los pescadores a recibir préstamos, instrucción, pautas”, recuerda Cruchaga, “(recibir) ideas respecto a cuáles eran los posibles productos que se podían pescar y que el Perú pudiera comercializar internacionalmente para hacerlo un país más competitivo”. Sin embargo, la mentalidad castrense no era adepta a convocar concursos para elegir propuestas arquitectónicas. “Los militares fueron renuentes a los concursos inicialmente porque el sistema militar consiste en tomar decisiones jerárquicamente.”
“El Colegio de Arquitectos dio una batalla muy eficiente y muy dura para recuperar los concursos”, afirma Cruchaga. “Y es la última vez que se recuperaron, porque después de eso no he vuelto a ver concursos públicos de ese tipo. En el concurso del Ministerio de Pesquería, por ejemplo, participaron 57 equipos. Si lo multiplicas por tres o por cuatro (integrantes por equipo), se va a dar cuenta del número de arquitectos que participamos en eso”.
Cruchaga recuerda con cariño a Soyer y Rodrigo –ya fallecidos–, “admiraba de Rodrigo su conocimiento del concreto”, dice, “su pasión por construir cosas que fueran representativas del poder, del efecto visual que el concreto producía, la idea de fuerza, la idea de presencia de una construcción al natural. En mis cinco años de estudios, fui dibujante de Rodrigo casi todas las vacaciones”
BELLO, DURO Y FRIO
“El brutalismo a menudo ignora la experiencia humana y crea edificios fríos y hostiles”, decía otro arquitecto de renombre, Frank Gehry. Como él, el estilo tuvo detractores como el entonces Príncipe Carlos del Reino Unido, un crítico acérrimo del modernismo quien dijo “lo que estamos viendo en muchas de nuestras ciudades no es una arquitectura sino un vandalismo diseñado.” “El brutalismo no es más que la glorificación del hormigón desnudo y sin alma”, diría el historiador arquitectónico Nikolaus Pevsner. Y Roger Scruton, filósofo y crítico arquitectónico conservador, hoy elevado por las corrientes más radicales de la derecha, llegó a afirmar que “la arquitectura brutalista convierte nuestras ciudades en distopías de hormigón que destruyen la belleza y la escala humana”.
Con todo, he aquí algunos ejemplos emblemáticos en hormigón que se alzan en Lima.
- Centro Cívico de Lima: Inaugurado en 1974, fue diseñado por los arquitectos José García Bryce, Adolfo Córdova y Guillermo Málaga en el corazón del Centro Histórico de Lima, en el terreno que anteriormente albergaba a la Penitenciaría de Lima.
- Edificio Petroperú: Construido entre 1970 y 1973, fue diseñado por los arquitectos Daniel Arana Ríos y Walter Weberhofer
- Cuartel General del Ejército (Pentagonito): Construido entre 1973 y 1975
- Edificio Atlas Copco Peruana S.A.: Ubicado en La Victoria, Lima, y construido en 1974, el Edificio Atlas Copco Peruana S.A. fue diseñado por Jacques Crousse y Jorge Páez.
- Iglesia San Antonio de Padua: Construida en 1965 y diseñada por el arquitecto Roberto Wakeham, la Iglesia San Antonio de Padua es un ejemplo de cómo el brutalismo se aplicó en edificaciones religiosas en Lima.
- Banco Central de Reserva del Perú: Construido entre 1975 y 1976 y diseñado por los arquitectos L. Tapia García y Manuel Llanos John, el edificio del Banco Central de Reserva del Perú es una obra emblemática del brutalismo en Lima.